Era un día cualquiera, no importa el cuándo, y decidió ponerse esa extraña máscara oscura que le recubría el rostro adaptándose perfectamente como si fuere una segunda piel. Sintió entonces una extraña vibración en su interior, una vibración redundante, como si se tratara de un reset de la propia conciencia, resistiéndose y adaptándose a la vez. Sintió dolor. Anduvo unos metros perdido, sin rumbo fijo, titubeante. Algo no iba bien en su visión de aquella realidad y hubo de utilizar sus manos que le ayudaron a determinar las distancias que le separaban de unos muros cada vez más próximos los unos a los otros, oprimiendo su propio destino. Interiorizó entonces aquel nuevo concepto incorporado a sí por aquella máscara ficticia y mágica, comenzando a sentir la transformación en algo que no supo definir. Ese algo se fue propagando en su interior, y ardía ha
PENSAMIENTO
Escribir no libera la mente, la desarrolla.